jueves, 27 de junio de 2013

"Muéstrame tu rostro señor."

La neblina de aquella noche me abrazaba con todo su poder, era abrumadora, fría y húmeda. No se en que estaba pensando cuando decidí bajarme en aquel paradero y caminar, caminar, seguir avanzando, internándome por la espesa nube gris, en donde desaparece todo. 

Era muy extraño avanzar por aquella neblina, ya que fue como si hubiese cruzado el umbral hacia otro mundo, otra dimensión donde todo es distinto, todo está mezclado entre la fábula y la melancolía. Aquella situación me lleno de curiosidad, porque los seres extraños que aparecían en mi camino eran muy reales, con vida, con historia, con algo que contar. A medida que avanzaba por aquella calle conocida en pleno centro de santiago, me detenía, hacía un esfuerzo por no salir corriendo, ya me estaba acostumbrando a la baja temperatura, de hecho no me molestaba, era como si yo viviese en ese lugar, de forma paralela. 

Los seres extraños que estaban a mi lado ya no eran tan extraños, por el contrario, yo para ellos era el de "otro mundo". Que locura pensar que todo en la vida no esta lleno de cosas triviales o situaciones que no tienen importancia, el ambiente del lugar lugar es tan húmedo, gris y oscuro, estos seres deformes para mi, vestidos con harapos, muertos de hambre, viviendo en cualquier rincón de un edificio abandonado, debajo de un puente, cerca de un kiosko, aferrándose de una pequeña dosis de energía para poder vivir y subsistir con la única comida que está en la basura. 


Caminaba y observaba, me invitaban a compartir con ellos, me convidaban de lo poco que tenían para cenar, que horrible sensación sufría, me sentí pequeño, extraño y me di cuenta de que yo era el monstruo en aquel mundo gris, yo era el extraño para ellos. Sus rostros fueron cambiando al mirarlos detenidamente, había luz en cada una de sus miradas, había un brillo hermoso en sus ojos. Su hospitalidad me calaba los huesos y cada vez me sentí podrido. Recordé aquella frase que dice: "Yo lloraba porque no me compraban zapatos nuevos, hasta que vi al niño de enfrente que no tenía pies". 

Todo me calzaba, mi soledad, mi perdón, mi redención y mi muerte pasaban al frente de mi, todo lo veía mucho más claro, mis pensamientos se aclaraban cada vez más, y me hice las preguntas que les hacía a los chicos que preparaba para su confirmación, "señor, que quieres de mi", "muéstrame tu rostro señor". La respuesta estaba ahí, con ellos, en medio de la orfandad y el frío.

miércoles, 26 de junio de 2013

"La noche."

 Ayer lunes caminaba por las calles del centro de santiago, mucho frío y la noche demasiada oscura. Los sonidos de la oscuridad se hacen presentes, el vendedor ambulante, el portero del night club, el indigente que pide una moneda solidaria para beber un trago para el frío. 

 Sentí la sensación de gritar, la gente me observaba, no dejaban de mirarme, de acosarme con las miradas, no sentía nada grato en sus rostros, la luz de la luna iluminaba esos rostros llenos de amargura, rabia, y de soledad a la vez. 


 Los comprendí, me puse en su lugar, ya que yo también me siento solo en la noche, esa soledad fría llena de oscuridad, en la cual uno se sumerge en un mar negro lleno de sensaciones de angustia, temor, miedo e indecisiones, sentimientos de orfandad, donde no cuentas con nadie, ni nada te puede salvar de sucumbir al ahogo de la oscuridad. La siento muy cerca, cada vez está muy cerca detrás de mi... 

 Y hoy no se luchar contra ella, es invisible, ese es su mejor escudo, el no poder verla me agota, me cansa, me llena de temor. Necesito una pequeña luz, algo que me indique donde dirigirme, cual camino tomar, el de la espada, la oración o recibir la muerte...

"La soledad."

 Esta noche a pesar de la hermosa hermana luna que proteje mi sueño, me siento solo. Que extraño, estoy al lado de mi amor y de mi Simón, pero esta soledad me cubre y me aplasta, siento que una parte de mi se está muriendo, que ya no está. 

 Esa oscuridad la que siempre me ha seguido, me ha vigilado, está al acecho, esperando nuevamente. 


 La había alejado, luche contra ella hace muchos años atrás y hoy vuelve a aparecer con más fuerza, con más poder que nunca. No se que hacer, enfrentarla, no lo creo, no se si será lo optimo, hoy no tengo las fuerzas de años atrás. Estoy tan cansado, mucha tontera, mucha envidia, mucha maldad, mucho rencor, ira y rabia guardados, hacen el veneno perfecto, el cóctel que te invita a beber este ser oscuro que se llama "maldad, muerte". 

 Perdóname mi Señor por haber hecho lo correcto según yo, perdóname por no haber hecho lo incorrecto. 

 Perdóname por haber amado a mi manera y por no haber amado de manera incorrecta o correcta. 

 Perdóname por ser como soy, introvertido, medio quedado, que busca soluciones para más tarde, lleno de imperfecciones, gruñón, apasionado por lo que me gusta, amante de los míos, que busca el equilibrio, que he lo que sucede pero no habla, que se guarda todo hasta que explota, que ama apasionadamente y que odia al mismo tiempo. 


 Dónde está la muerte que la siento muy cerca, su aliento lo percibo, lo respiro y lo escucho... Estás muy cerca, qué quieres de mi, porque no me miras a los ojos y me dices que quieres. 

 Déjame tranquilo, ya te vencí alguna vez, qué quieres ahora...